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sábado, 21 de agosto de 2010

Sólo progresan los que luchan

La Rábita es la historia de lo que pudo ser y no es. Un pueblo que toca fondo tras más de 30 años de yugo albuñolero, en los que no nos han permitido levantar cabeza. Es doloroso decirlo, pero es la cruda realidad.

Hay múltiples factores para explicar esta triste situación, pero la principal, como ya se ha apuntado, es la estrategia del Ayuntamiento de acaparar todos los servicios e inversiones municipales en el pueblo de Albuñol, y de frenar cualquier desarrollo en La Rábita que le pudiera hacer sombra. Y poquito a poco lo han ido consiguiendo. Detrás de esto, claro está, nos encontramos con una sucesión interminable, salvo contadas excepciones, de personas metidas a politiquillos, totalmente chapuceras e ineptas, sólo interesadas en aferrarse al sillón o al pesebre, y en buscarse favores o trabajos para si o para los suyos. Los Sánchez son el máximo exponente, y han creado escuela, todos lo sabemos sobradamente.

Y así nos va, lamentándonos y buscando explicaciones de cómo un pueblo con un potencial como el nuestro, puede llegar a encontrarse en una situación tan extrema de abandono y estancamiento. Lo vemos y lo sufrimos nosotros, al menos los que tenemos ojos en la cara para poder verlo, y nos lo confirman machaconamente año tras año nuestros queridos familiares y visitantes veraniegos, que no son capaces de encontrar explicación a como nuestro pueblo esta igual, o peor en según que cosas, que hace 15 años. No hay nada como viajar un poquito y compararse con los demás, para comprobar todas las oportunidades perdidas.

Y es que hasta por aquí pasó de largo el “boom inmobiliario” que, cuidándonos de ciertas maldades especulativas, debía de haber permitido un cierto desarrollo urbanístico y prosperidad a nuestro pueblo. Pero no, “la rabitilla” (como dicen algunos de Albuñol), sigue prácticamente igual que hace décadas, paralizada en sus mismos confines, languideciendo mientras se va perdiendo el tren del futuro. Para ello, no hay nada mejor que tener un ayuntamiento en Albuñol que no impulsa ni favorece ningún desarrollo en La Rábita. Sencillamente no lo quiere, no le interesa, y prueba de ello es que pudiendo estar desde hace muchos años, el PGOU esta paralizado.

Y por supuesto tampoco favorecen los políticos de Albuñol que se creen negocios y puestos de trabajo en La Rábita. Más bien, ponen todas las zancadillas que pueden. Por ejemplo, el ayuntamiento se desentiende increíblemente de la gestión de las playas, y no solicita a la D.G. de Costas su uso y aprovechamiento para fines turísticos, como lo hacen todos y cada uno de los demás municipios del litoral. Pero claro está que Albuñol no tiene playa y no le interesa que se puedan crear nuevos chiringuitos, terrazas de verano e infraestructuras turísticas que generen bienestar y empleo.

Antiguamente algunos llamaban “el pueblecillo” a nuestros queridos vecinos de La Mamola, y ahora más bien se ríen porque ahora el “pueblecillo” somos nosotros. Y es que no hay nada más que comparar para dejarnos en evidencia. Con la mitad de habitantes, La Mamola esta consiguiendo despegar con un proyecto litoral, desarrollos urbanísticos, equipamientos municipales, negocios de verano, etc. ¿Cuál es su secreto? La Mamola tiene su ayuntamiento y unos dirigentes políticos centrados en procurar lo mejor para su pueblo. Un alcalde capaz de luchar ante todas las Administraciones y hasta el final para traerse a su pueblo las oportunidades y las inversiones que se merece. La Rábita no tiene nada de eso. Nosotros tenemos albuñoleros, a los Sánchez y a los que se les arriman. Así nos va. Peor imposible.

Después de más de 30 años de democracia, La Rábita podría haber sido un pueblo mucho más próspero y rico. Hace tiempo debería de haberse realizado el proyecto de recuperación y protección de nuestro litoral; desarrollos urbanísticos; proyectos turísticos; tener nuestro Castillo restaurado, equipamientos deportivos, pabellón cubierto, guardería, más empresas, más negocios, más vida. Lo hubiéramos tenido si se hubiera luchado por ello. Pero no. Albuñol nos tiene como una caricatura de lo que podríamos ser. Una sombra triste, que ellos tratan de ir apagando cada vez más.

Tras el desánimo de esta realidad, hay que decir que no todo esta perdido, porque lo más importante sigue ahí: el potencial de La Rábita y de sus gentes. Hay un grupo de rabiteños ilusionados y honestos, capaces de emprender este nuevo rumbo de progreso. Eso es lo que queremos en el Partido Independiente. Somos más que nada sufridores y dolientes de esta situación en la que se encuentra nuestro pueblo, pero no nos resignamos y damos un paso adelante para cambiar la situación. Simplemente es eso, a pesar de que sabemos que con ello estamos expuestos a las más feroces críticas e insultos de los que ahora están instalados y beneficiándose del poder: sanchistas, aduladores, barrigas agradecidas, correveidiles, voceros y demás gentecilla de esta calaña.

Pero, por supuesto, no nos arrugamos. Querer es poder, y nosotros queremos cambiar las cosas y sabemos hacia donde ir. Ahora solo falta el respaldo masivo de todos los rabiteños, porque como decía el lema de una pasada manifestación por las infraestructuras de la costa, aquí no cabe la resignación ni el derrotismo, si no que “solo progresan los que luchan”.